Naftalina
Está cubierta de aroma a naftalina.
Y tiene por ende un ramillete de vectores
como ramas cada vez más pequeñas ramas
que evocan colores sonidos
y texturas de otras presencias
de naftalinas olidas.
Está cubierta de aroma a naftalina.
Se desprenden precauciones de conserva y recato
de prudencia y alegatos de larga vida,
se le cuelan notas
de recriminación y desengaño
de restos de criminales años
¿cómo era que olían?
Está cubierta de aroma a naftalina.
Tiene la urgencia de colgar al sol del otoño,
aromarse de viento seco y sacudirselo
para desaromarse enseguida.
Ya estará descubierta de aquel aroma
y habrá otros aires
pero no habrá más remedio que asentir
al sentir y decir
que las naftalinas olidas
no se te olvidan.